sábado, 25 de agosto de 2012

EMBROLLO DE BOLSILLO

EMBROLLO DE BOLSILLO
> por Stv
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Lo único que tenemos es en lo que creemos. Todo lo demás es material e invaluable.
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> Usted me cuestiona que: En qué cosas cree un incrédulo como yo.  Así como creer en algo, lo que se dice creer, creer, pues no, no creo en nada. Sé que creer que no se cree en nada es ingenuo e incrédulo, por no decir incoherentemente incongruente. El punto es que si involuntariamente a fuerzas me viera y tuviera  la necesaria obligación de creer en algo, en lo único que indudable e irrefutablemente podría creer seria en lo que tengo en mi bolsillo; el sólo hecho de sentir el contenido del mismo me hace no dudar de su existencia. Eso entiendo o al menos eso creo.

> Comprendo que desde su perspectiva y ante la evidente ausencia de un prominente abultamiento en mi bolsillo, pareciese que no tuviese nada.  Al principio y al final cada quien guarda para sí sus más inapreciables valores, de la misma forma que todos lo hacen hoy o desde como hace algunos cuantos decenios de miles de añales, casi, casi, casi lo estoy viendo, como si hubiera pasado ahorita.
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> Sin temor a equivocarme, creo que así fue: Primero fue la nada, de ahí todo. La nada era de nadie, aunque también lo era de todos porque todos poseían ese algo que era nada. Aunque a ciencia cierta, que en éste caso sería incierta, ya que poseyendo nada lo tenían todo. Al menos las cosas valiosas que ni eran cosas ni menos poseían valor, pero si apreciadas por todos aunque no valieran nada, ya que la nada abundaba pues era de todos y todos la querían aunque nadie la tuviera. Aun así había de todo, quizás por eso nadie aspiraba a nada, pues todos tenían todo, pero cuando lo todo y lo mucho se hizo poco y terminó siendo nada, lo poco que era algo empezó a valer mucho y lo mucho que había sido todo se hizo poco por no decir nada. Entonces se hizo todo para unos, que eran los menos, lo hicieron más pero al mismo tiempo lo hicieron menos, pero menos valiosos aunque no inestimable, ya que nada era nada antes que la poseyeran todos, cuando en todo reinaba la nada y la paz estaba en todos. Ahora lo que antes era de todos algunos lo quieren todo. No era de nadie la nada hasta que algun alguien algo se le hizo todo. 
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> Como verá, no creo en nada o más bien creo que la nada lo es todo y suponiendo que en mi bolsillo no haya nada cómo bien supone, también creo que mi estrecho bolsillo tiende a ser constante y sonantemente  ocupado por un espacioso aunque limitado vacuo. En ese enrarecido vacío hay de todo, desde inertes pelusas voladoras hasta leves moronitas de galletas con felices ácaros incluidos quienes se deleitan ante gigantesco y eterno manjar, algunos residuos muertos de piel y uñas que flotan dentro de ciertas molécula de sudor y carbono, que en muchas ocasiones, por razones desconocidas  se combinan con algunos átomos de tonsol y con otras tantas de alcohol y se forman extrañas cadenas de ácido ribonucleico ribosómico. Y entre los electrones y protones de esos nuevos  y viciados elementos, los cuales están separados por distancias siderales, tengo la plena y certera seguridad de que existe, en algún lugar en medio de ese traslúcido y demencial océano de éter, un mundo cuadrado, que no es un paralelípedo sino un esferoide, ni tampoco es terrenal sino una rígida pero quebradiza burbuja opaca en donde habita un axiomático e inescrutable ser gris que cada rato se cuestiona y se palpa la posadera a ver si aun conserva en el bolsillo su abultada cartera, aunque jamás de los jamases se cuestione su contenido, ni la procedencia del mismo. Ésa cuestión a cuestas pudiese parecer contradictoria, incuestionable e inclusive cacofónica a la vez y cómo ves, sí, sí lo es, ese es el estigma de éste paradigma enigma. Hay quien lo tiene todo y se siente nada, otros que teniendo nada sobreviven como si lo tuvieran todo o mucho pero muchísimo peor los que se creen todo, imponen todo y lo toman todo pero que en realidad son nada y viceversa los que se imaginan nada y lo viven todo.
Al final cada quien cree y es lo que trae en su bolsillo, en éste caso mi nada lo es todo y me aferro con evidente e invidente fe a ello.

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